¿Inteligencia artificial o pseudo-intimidad?

Inteligencia Artificial
Ética
Multiculturalismo
Author

Equipo EVC

Published

December 23, 2024

¿Inteligencia artificial o pseudo-intimidad?

En estos tiempos, donde los algoritmos parecen saber más que nadie de la propia realidad, surge una pregunta inquietante ¿qué significa ser humano en un mundo mediado por la inteligencia artificial? La tecnología, con su promesa de conectar y simplificar, está transformando el modo en que entendemos las relaciones, especialmente en contextos multiculturales. Pero, ¿a qué coste?

La “pseudo-intimidad” es uno de los conceptos que más resuena en esta reflexión. Las aplicaciones de inteligencia emocional, esos asistentes digitales capaces de responder con un “te entiendo” más convincente que un compañero de trabajo, no son simples herramientas. Se están convirtiendo en sustitutos emocionales, en espejos reflectantes de nuestras necesidades más profundas de conexión, pero que no devuelven un verdadero calor humano. Y es aquí donde la ética entra en juego.

El predominio de marcos éticos occidentales, basados en principios rígidos y universales, ha dejado de lado la riqueza y diversidad de las perspectivas culturales globales. ¿Acaso un algoritmo diseñado bajo valores de Silicon Valley puede interpretar el sentido de comunidad del Ubuntu africano o el equilibrio espiritual del Shinto japonés? La inteligencia artificial está lejos de ser un terreno neutral; es un campo de batalla donde los valores culturales se negocian y, a veces, se imponen.

Pero no todo es distopía. Este desafío también es una oportunidad para replantear las prioridades de la persona del siglo XIX. Incorporar una pluralidad ética no sólo enriquecería el diseño de tecnologías inclusivas, sino que también reflejaría un respeto hacia la diversidad humana. Imaginemos un futuro donde la inteligencia artificial no sólo conecte a las personas, sino que también refleje sus diferencias.

Por último, no podemos ignorar la dependencia tecnológica que está moldeando nuestras relaciones. La facilidad con la que delegamos tareas emocionales y culturales a las máquinas nos aleja de la riqueza de las interacciones humanas auténticas y nos obliga a reflexionar: ¿será este un legado para el futuro?